En el 2025 El 60% de las oportunidades laborales requerirán estudios superiores
Un reciente estudio realizado por la Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE) ponen negro sobre blanco una de las máximas que aterra a los jóvenes poco cualificados y a la sociedad en su conjunto: que los nuevos procesos productivos, intensivos en mano de obra altamente formada, expulsarán del mercado de trabajo a aquellos de menor cualificación y condensarán las oportunidades laborales en los nichos de población que sí han tenido la posibilidad de estudiar y han aprovechado sus estudios para asimilar «destrezas y conocimientos» de forma efectiva. El 58,5% de las 7,6 millones de oportunidades laborales que, según sus cálculos, emergerán en los diez próximos años exigirán un perfil de empleado con estudios superiores universitarios o de Formación Profesional de grado superior, frente al 39,4% que requerirán estudios medios y el 2,2% que reclamarán formación básica. En el escenario «más pesimista» el estudio contempla, incluso, la destrucción de trabajos elementales.
En la próxima década las oportunidades de empleo se concentrarán en los jóvenes más cualificados en términos de nivel formal de estudios y de competencias adquiridas, mientras que los niveles formativos más bajos quedarán fuera del mercado, acentuándose las desigualdades laborales observadas durante la crisis”, apuntan los autores de La formación y el empleo de los jóvenes españoles. Trayectoria reciente y escenarios futuros, del que este miércoles se han esbozado sus líneas básicas en Madrid. Para llegar a esta conclusión, Lorenzo Serrano y Ángel Soler, profesores de la Universidad de Valencia y firmantes del informe, han analizado los problemas laborales de la juventud española en las tres últimas décadas, el rol desempeñado por la formación y las perspectivas de empleo hasta 2025.
APROVECHAMIENTO EDUCATIVO
Los autores determinan que, además de los años de formación, tienen una elevada importancia las competencias entendidas como destrezas y conocimientos efectivamente adquiridos ya que un buen aprovechamiento educativo aumenta la probabilidad de inserción laboral en otros 13 puntos porcentuales adicionales, tanto como poseer estudios superiores.
Entre las recomendaciones, abogan por reducir el fracaso escolar, así como disminuir las todavía elevadas tasas de abandono temprano de las enseñanzas, y aumentar las competencias adquiridas para lograr que España abandone la cola de las comparaciones internacionales en este ámbito.
A su juicio, la empleabilidad y el tipo de ocupación dependen de las competencias y no solo de tener un diploma. Así, indican que una parte importante de la sobrecualificación de los universitarios es aparente porque en bastantes casos sus competencias son menores de las que deberían poseer por su nivel de estudios: uno de cada dos jóvenes teóricamente sobrecualificados (ocupados en puestos que no requieren estudios superiores) tienen un nivel bajo o medio-bajo de competencias, frente a quienes poseen el nivel más alto de competencias que ocupan puestos de trabajo adecuados y apenas padecen sobrecualificación.
Según el informe, el desajuste entre nivel educativo y competencias que padecen muchos jóvenes españoles cuando abandonan el sistema educativo «puede y debe intentar corregirse también mediante la formación continua» aunque se constata que «existen debilidades en la oferta existente y se requieren cambios decididos», tanto en la toma de conciencia de jóvenes y familias, como de las empresas y del sector público.
El estudio también hace hincapié en la importancia de ofrecer formación a los parados, sobre todo a los menos preparados, pues el desempleo representa una pérdida de oportunidades de adquirir capital humano en el puesto de trabajo y a través de la experiencia laboral, por lo que aboga por ofrecer formación dual (que combina la vuelta a las aulas y las prácticas en empresas), mediante políticas activas de empleo «más ambiciosas» que las actuales, que incluyan el asesoramiento personalizado a los desempleados.
LA RESPUESTA DE LOS JOVENES
En cualquier caso, el estudio augura que durante la próxima década los jóvenes españoles van a tener más oportunidades de trabajo por una cuestión demográfica, al combinarse el relevo generacional con una disminución del número de personas menores de 35 años, junto con una elevada cifra de jubilaciones que hará que los puestos de trabajo a cubrir (8,9 millones en el escenario base) superen el empleo neto creado (1,2 millones).
En este punto, reitera que el aumento neto del empleo se va a concentrar en los puestos de trabajo que exigen mayor cualificación (directores y gerentes, técnicos y profesionales científicos e intelectuales, o técnicos y profesionales de apoyo) que, en gran medida, responden a las características de los titulados con estudios universitarios o formación profesional superior.
SECTORES CON MAS FUTURO
La previsión es que el 73% del empleo neto creado sea de este tipo, a pesar de que los ajustes derivados del control del déficit público pueden afectar al empleo de los profesionales de la sanidad y la educación. Entre las ocupaciones que más aumentarían destacan los técnicos y profesionales de apoyo, con un crecimiento medio anual del 2,6% y absoluto de hasta 779.000 empleos.
También se esperan aumentos netos en los empleos administrativos (145.000), especialmente los orientados al trato con clientes (con un incremento de 395.000), mientras los puramente administrativos descenderán (-250.000) debido a la creciente automatización de esas tareas.
Por sectores de actividad, se prevé una terciarización adicional del empleo, con un peso progresivamente mayor de los servicios privados. La evolución de la industria y la construcción estará más condicionada por la situación cíclica, mientras que, previsiblemente, continuará la tendencia a la reducción del empleo del sector primario y el sector público.
En sanidad y educación, las previsiones de creación de empleo son negativas, pero se corresponden con un escenario de graves dificultades financieras de las administraciones públicas españolas, por lo que la situación podría cambiar sustancialmente de cara a 2025.
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